Soluciones desde el mundo de la empresa

Soluciones desde el mundo de la empresa

Los empresarios y los profesionales en dirección de empresas son los mejores expertos que tenemos para la gestión de la crisis. Más que nada por la experiencia y perfeccionamiento que da la práctica diaria, donde se combinan la multitud de tareas diferentes que requiere la gestión del día a día, con el pensamiento estratégico y competitivo.

Un empresario o directivo, sea cual sea su formación, tiene que enfrentarse a diario a la difícil tarea de dirigir. Lo que en el mundo anglosajón se llama el “management”.

El management no solo es una ciencia sino también, un arte. Quien haya tenido esta responsabilidad sabrá bien a lo que me refiero. Hacerlo bien no solo requiere un alto nivel de formación, inteligencia, intuición, empatía, visión, constancia y esfuerzo sino además capacidad de liderazgo. Casi nada.

Creo que se combina la necesidad de tener talento innato y trabajar muy duro desde joven.

El management es una ciencia porque en los últimos 50 años, sobre todo los americanos a través de universidades como la de Harvard, han estudiado y documentado a fondo un sinfín de estudios acerca de multitud de aspectos que influyen y determinan la dirección y gestión de empresas, en ámbitos tan diversos como los financieros, los recursos humanos, los del marketing, la psicología, los organizativos, las ventas y un largo etcétera.

También es un arte porque la función más importante es hacer que las personas crean en ti, te sigan y compartan tu visión. Pongan su trabajo y sus objetivos en un lugar prioritario en sus vidas. Eso es muy difícil de conseguir si no es con talento innato y mucha práctica.

El símil gráfico que se me ocurre para la tarea del empresario o el directivo es el del equilibrista que hace girar multitud de platos sobre unos palos. En el momento que se cae uno los demás van detrás.

Creo que esta experiencia que tienen los empresarios y profesionales del mundo de la empresa privada debería aprovecharse más en estos momentos de crisis económica.

Los empresarios debemos tomar la iniciativa y ponernos de acuerdo para llevar a cabo ideas y acciones que repercutan positivamente en la economía de nuestro entorno más cercano a la vez que beneficien a nuestras empresas, algo totalmente compatible y deseable.

A continuación, pongo algunas propuestas encima de la mesa para solucionar algunos de los problemas que motivan actualmente la perseverancia de esta crisis económica que parece no tener fin.

1º) Para combatir el desempleo

Solo se me ocurre que podamos hacer una cosa: ayudar a crear nuevas empresas y a que crezcan las existentes.

Una condición necesaria para el crecimiento y la creación de empresas es la inversión. Si el capital o la financiación no fluyen, la inversión no existe y las empresas no crecen o no se crean. Parece ser que capital privado hay, se trata de ayudar a movilizar, al menos, una pequeña parte del mismo al servicio de la creación y crecimiento de empresas, siempre con un criterio prioritario: la rentabilidad del capital invertido. Ambas cosas son compatibles.

Respecto a la financiación, cómo todos estamos viendo, el sistema financiero bancario tradicional no está funcionando bien. El crédito no llega a las empresas, que ven cómo sus proyectos, inversiones e iniciativas mueren por falta de financiación.

¿Por qué los bancos no prestan a las pymes o lo hacen a tipos demasiado altos? Muy sencillo, porque no tienen dinero para prestar. Todo el que consiguen lo utilizan, por un lado para comprar deuda pública que supuestamente es rentabilidad segura y les obligan, y por otro para refinanciar empresas “zombie” aún a sabiendas que al final no van a cobrar, pero les sale más barato que dotar el crédito definitivamente como impagado.

Ante este panorama, los empresarios podemos aportar nuestro granito de arena ayudando a crear algo que ya existe de manera mucho más desarrollada en otros países, una industria privada del capital-riesgo. Un mercado alternativo de financiación que tendría gran impacto y valor para la economía.

La idea de que sean los propios empresarios los que gestionen fondos de capital-riesgo privados dirigidos a las pymes supone que las inversiones no se realizan exclusivamente desde posiciones financieras puras sino desde la visión y experiencia empresarial que da el tejido productivo real. El beneficio es multilateral ya que las empresas receptoras de la financiación además de recibir dinero reciben conocimientos y experiencia de otros empresarios.

2º) Para regenerar los partidos políticos y el sistema democrático.

El crecimiento económico no se puede dar en un entorno de poca transparencia, corrupción, exceso de burocracia e inseguridad jurídica. En la causa primera de estos problemas debemos poner al sistema de partidos políticos y a nuestra ley electoral.

Es injusto criticar de manera generalizada a los políticos o a la clase política, algo muy de moda actualmente pero si hay que hacerlo de manera muy contundente respecto al funcionamiento de los partidos.

Los partidos no son transparentes, no son democráticos y no están profesionalizados en su gestión. Tienen unas estructuras extremadamente jerarquizadas que concentran mucho poder en élites muy reducidas que están en el vértice de la pirámide. Los criterios para designar los cargos no son los correctos ya que priman la sumisión, la fidelidad al superior y la docilidad del candidato en lugar de los méritos profesionales o la formación y experiencia necesaria para el cargo. En resumen los partidos políticos son estructuras obsoletas, propias de tiempos pasados que hay que modernizar y poner a la altura de los retos actuales.

El problema es que la sociedad civil en general y la empresarial en particular sienten una gran aversión o desafección por el mundo político. Algo que por otra parte también percibo a veces a la inversa.

Desde el ámbito empresarial deberíamos fomentar, proponer y alentar más la participación de los empresarios en la política, no con la idea de hacer carrera sino para ayudar a la modernización y cambios necesarios. Y esta idea, debería estar bien vista tanto por la empresa como por la política.

El tema de la ley electoral merece un post aparte que en breve escribiré. Los cambios necesarios a este respecto deben ser impulsados por los partidos políticos, pero hasta que no cambien en el sentido de lo anteriormente expuesto, no va a ser posible. Básicamente deberíamos tener una ley electoral más justa y más democrática, que primara a los candidatos por encima de las siglas, suavizando el exagerado bipartidismo del panorama electoral y fomentando mucho más la participación ciudadana en los procesos electorales.

3º) Para reducir el gasto público estructural.

Primero hay que aclarar que no se trata de reducir la inversión pública, que es lo que han cortado las administraciones y no deberían haber hecho.
Se trata de bajar los gastos de funcionamiento que tienen las numerosas administraciones públicas que tenemos.

No estoy pensando en los clásicos despidos, bajadas de sueldos o recortes, sino en aumento de productividad, rendimiento y eficiencia de lo que tenemos.
De eso los empresarios también sabemos un rato ya que en un entorno competitivo o eres el mejor o tienes muchas papeletas para desaparecer. Desde el último empleado hasta la última de las administraciones, deberían estar sometidos a criterios claros de competitividad y sus responsables a rendir cuentas en función de ellos.

Productividad por empleado, nivel de servicio, eficiencia energética, ratios de gasto, de ingreso, de beneficio, de satisfacción de los usuarios, de coste económico… deberían ser los índices para evaluar la gestión de los responsables políticos en lugar de las fotos en la prensa.
Hay que comparar entre las diferencies administraciones, ministerios, ayuntamientos, consejerías y empresas públicas, hay que hacer un “ranking público” y quién lo haga mal, que lo sepa todo el mundo.

Hay que sacar más partido a las estructuras qute tenemos creadas para conseguir aumentar el rendimiento de los miles de empleados públicos e inversiones públicas ya desembolsadas que están a medio gas.

Los empresarios deberían formar parte de un mecanismo de control de las administraciones públicas, participar en clasificar y señalar con el dedo, con nombre y apellidos a quién no haga las cosas bien con el dinero público.

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